El Dermatólogo es el especialista adecuado para valorar la patología vulvar.
La vulva es un epitelio con un origen embrionario y unas estructuras similares a las de la piel y mucosas externas, que son los órganos de los que se ocupa la Dermatología.
La inmensa mayoría de las afecciones vulvares son enfermedades dermatológicas, y nadie mejor que un dermatólogo para su correcto diagnóstico y tratamiento.
Las enfermedades que afectan a la vulva son muy variadas (infecciones, patologías inflamatorias, tumores benignos y malignos, etc) y suelen provocar una importante afectación de la calidad de vida de las pacientes. Además, algunas de ellas, pueden sufrir una degeneración maligna.
Para su tratamiento es preciso un especialista que aúne el conocimiento de los tratamientos tópics (principio activo, potencia y vehículo adecuado), terapias físicas y quirúrgicas y fármacos sistémicos. El dermatólogo conoce a la perfección todos estos tratamientos ya que los maneja para muchas enfermedades que son de su competencia.
Destacamos, por su frecuencia, cronicidad y difícil manejo, dos patologías.
1.- Síndrome de dolor genital disestésico.
Produce síntomas intensos (prurito, escozor, dolor) con una exploración anodina y unas pruebas complementarias sin alteraciones relevantes. A veces empeoran con el ciclo menstrual o con las relaciones sexuales. En ocasiones se asocian a fibromialgia y problemas de ansiedad o depresión. Los tratamientos tópicos no suelen resolver el problema y es habitual tener que emplear terapias sistémicas y psicofármacos.
2.- Líquen escleroso.
Dermatitis inflamatoria crónica y progresiva que afecta a la zona anogenital aunque, en ocasiones, también aparece en localizaciones extragenitales. Suele afectar a mujeres peri o posmenopáusicas, aunque también se puede dar en niñas y en varones. Produce eritema, lesiones blanquecinas, erosiones y, en estadios evolucionados, atrofia, hipopigmentaciones e, incluso, riesgo de cáncer escamoso. Suele provocar prurito y dolor y responde mal a muchas terapias. Para su tratamiento se necesitan corticoides de alta potencia que debe manejar un especialista con experiencia en sus efectos adversos. En ocasiones hay que añadir terapias intralesionales, fototerapia, cirugía y fármacos sistémicos como retinoides e inmunosupresores.