Eborasalud y la Asociación de Familiares y Enfermos de Parkinson de Talavera, ADEPAR, han abordado en una conferencia a cargo de la neuróloga Elvira García Cobos, el aspecto neurológico de la enfermedad.
La especialista inició su ponencia recordando que no es hasta el año 181 cuando se realiza la primera descripción de esta patología, aunque haría que esperar un siglo para que se iniciase el estudio de las alteraciones cerebrales que produce; es en 1961 cuando se inician los tratamientos para paliar sus efectos con el uso de la ‘levodopa’. Un medicamento que hoy en día sigue siendo uno de los tratamientos más efectivos para la segunda enfermedad degenerativa más frecuente después del alzheimer y de la que todavía no se conoce su causa, aunque se cree que puede tener causas genéticas o ambientales. Los estudios en este campo aún están en proceso, y del mismo modo se cree que la enfermedad empieza en las neuronas digestivas para posteriormente ampliarse a distintas áreas cerebrales.
García Cobos recalcó que los sistemas motores son los más visibles o llamativos, y es donde se engloban los tempblores, rigidez, alteración de la psotura, bradicinesia, bloqueos, caídas, hipofonía o discinesias. Sin embargo, a estos síntomas hay que sumar otros, no motores y directamente relacionados con la neurología.
Fue en este aspecto en el que la neuróloga hizo especial hincapié en su importancia para la realización de un diagnóstico precoz y completo.
Es en este apartado, en el de los síntomas no motores, en el que se engloban problemáticas que pueden desarrollarse tanto antes como durante la enfermedad: estreñimiento, falta del sentido del olfato, trastornos de la conducta del sueño, depresión, dolor, apatía y ansiedad, alteraciones cognitivas y psicosis, disfunción sexual, problemas urinarios, salivación excesiva o hipotensión ortostática son afecciones que pueden poner sobre la pista del Parkinson.
La lista se amplía con otros síntomas o patologías derivadas de la propia medicación, como el síndrome de disregulación doparrinérgica, el trastorno de control de impulsos o el ‘punding’ o trastornos de conducta.
Ahora bien. ¿Qué tratamientos se vislumbran como los más efectivos para paliar esta enfermedad degenerativa? Elvira García Cobos englobó las terapias en dos grandes ámbitos; el primero, el tratamiento motoro o no farmacológico, en el que destacó no sólo el uso de técnicas de rehabilitación clásica, sino tambien otras actividades como el tai chi, que mejora la coordinación y elasticidad, o el baile, que ejercita el movimiento. «Se nota positivamente cuando un paciente realiza actividad física», recalcó la especialista de Eborasalud.
Por otro lado, los tratamientos farmacológicos. En este sentido, Cobos recalcó la efectividad de la ‘levodopa’ y explicó que existe un amplio abanico de medicamentos que pueden combinarse para paliar síntomas específicos de la enfermedad. Por último, habló de las terapias avanzadas, que en la actualidad se materializan en tres: el uso de ‘levodopa’ de manera intraduodenal, la estimulación cerebral profunda, y la ‘apomorfina’ subcutánea en infusión contínua.